La vacunación es una herramienta muy útil puesto que con ella prevenimos la aparición de determinadas enfermedades infecciosas y por tanto el padecimiento de nuestros animales, así como las  pérdidas económicas que pueden suponer, no solo en gastos de tratamientos sino también por las pérdidas de rendimientos (deportivos, reproductivos, etc).

Es muy importante contar con un programa vacunal adaptado a cada tipo de explotación. Da igual que se trate de grandes fincas, picaderos, clubes o una sencilla cuadra particular, valorando la incidencia de las distintas enfermedades frente a las que podemos vacunar.

Existen dos métodos para lograr la inmunización de un animal contra alguna enfermedad infecciosa: hablamos de inmunización activa e inmunización pasiva.

Rinoneumonitis equina

Se trata de una enfermedad vírica. El animal infectado puede manifestar signos ligeros o severos, dependiendo de su estado general de salud. También ataca el tracto respiratorio y es muy similar a la influenza equina.

Los signos que se presentan son: fiebre, letargia, anorexia, descarga nasal y tos. Además, en las yeguas gestantes produce abortos o potros muy débiles que generalmente mueren a los pocos días de nacidos. Los que consiguen superar los primeros días de vida pueden presentar sintomatología nerviosa.

La transmisión de esta enfermedad se da por la presencia de aerosoles que producen los animales enfermos al toser o estornudar, por el contacto directo de secreciones de un animal infectado con uno sano, al acercarse las yeguas a los fetos abortados en caso de encontrarse en corrales comunitarios y por consumo de la placenta de potros nacidos e infectados en el vientre de su madre.

Los animales pueden sufrir la enfermedad o permanecer como portadores asintomáticos. Estos últimos, en caso de bajada de defensas por estrés, mala alimentación o enfermedad concomitante pueden desarrollar los síntomas de  “rino”.

Aunque depende del tipo de vacuna que se utilice y para ello deberemos seguir las instrucciones del laboratorio fabricante, se recomienda vacunar a todas las yeguas gestantes en el quinto, séptimo y noveno mes de gestación para lograr un mayor número de anticuerpos y al mismo tiempo proteger al potro. Los  potros, yeguas no preñadas y los sementales deben vacunarse antes de iniciar la época de apareamiento.

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